No tengo nada que me aliente
si escucho esta pequeña lluvia
que azota a medias
los oidos de mi
casa...
Pero si miro hacia dentro,
aunque los ojos se pueblen de
agua por las ventanas,
podría decir que el sol
se puede acurrucar en el regazo
apacible de la chimenea apagada,
de la salamandra olvidada.
Nada es solo lo que se ve,
como nada se abarca todo en la mirada...
En las coĊtinas de los párpados,
pude encontrar el peso exacto
de una abeja zumbando
de mañana un dulce
nectar sin decir palabra.
Ahora tengo todo el sol que me faltaba.