Huracán,
poderío implacable que se enrumba
al sendero del hogar de mi alma impura,
umbral de vitalidad creciente
que amenaza la tibia hoguera.
Viento y torrente que allanan el interior
donde habitan mis luces y mis sombras,
emociones turbulentas,
complejidad de la existencia.
Fuerza que arrastra y comprime
como un amasijo enigmático
los afectos de mi corazón,
tallado y astillado,
madera fina, de entrañables vínculos.
La incomprensión contenida
en el ojo diáfano del tempestuoso tornado,
extingue la llama de la arrebatada morada.
Estragos que humedecen
las capas floreadas y grisáceas
del entrepaño donde cuelgo los cerillos
que dan calor a la lumbre de mis tinieblas.
Desolación que expone
las íntimas, preciadas y corroídas
posesiones incorpóreas
del humilde refugio que amparó
la pasión en las llamas de mis esperanzas.