* Este poema será editado en silva, será eliminado en 24 horas.
Eran cuatro amigos,
décadas, años de separación,
eran tres alegres, uno afligido,
tres contentos, uno sin cura, sin emoción.
Dos décadas posterior al colegio
sabían gozar de la vida sus privilegios
entres chácharas absurdas
sus triunfos, olvidándose sus fracasos,
en medio de apodos, quebrantos y burlas
sus pecados encerrados en pequeños frascos.
Después del recóndito reencuentro
luego de veinte años de separación
Jurábanse jamás olvidar ese momento
pactando una próxima reunión.
- ¡Tomemos alcohol y luego película erótica!
- ¡no, mejor cerveza amigos¡.
Era este día especial, agradable y estrambótica
a tantos años y de vicios, tres eran los mismos.
Gabriel de ropa apolillada no sonreía
propuso la idea de contar sus vidas,
respiraron hondo y con alivio acataron la idea
se sentaron para poder hablar.
Gabriel dijo: empiecen, yo prefiero callar
escucharé atento, hablen que empiece la faena.
habló el primero algo romántico
“pues yo, estoy casado y soy casi rico
y no me lisonjeo amigos míos
era pobre, el dinero se iba cual río
solo tengo amigos, ningún arisco
y vivo a diario un año sabático
la pobreza era excusa
ahora me aman todos,
el dinero todo mal expulsa
ahora vivo feliz y de mil modos,
mis hijos son pequeños
y le doy los mejores juguetes,
cada día parece navideño
y percibo el humo de los cohetes,
no puedo negar, gracias al dinero
soy feliz, todo es bello”.
El segundo amigo de rostro risueño habló:
“yo no tengo profesión, pero gano a la vida,
gano mi dinero y en honradez,
manejo un carro que me da comida
reniego por lentitud, pues amo la rapidez,
pero soy feliz, tengo miles de mujeres,
todas aman mi lengua convincente y de mentira,
en pocos años aprendí a conquistar,
no hay mujer a quien no pueda enamorar
paso confiado a cualquier cantina
escucho en la rocola cualquier canción,
porque las canciones me atinan,
enamorar alimenta mi autoestima,
porque siempre seré:
un capullo de rosa, el conquistador.”
“Yo trabajo en una fábrica - dijo otro muy certero –
y soy el empleado del mes,
casi un gerente por mi esmero,
me aumentan el sueldo, gano como diez,
soy el alma, cerebro de la compañía,
soy luz del sendero; indispensable,
sin mí nada funcionaría,
pienso renunciar, pero el ambiente es agradable,
no me quejo, es justo la vida
estoy comprometido y no sé
qué es carencia, qué es pobreza,
derrocho dinero que no se termina
quizá nada alimente la tristeza,
soy feliz, afortunado como ustedes
vengan a mi hogar y verán mis bienes
por eso les repito soy feliz.”
Gabriel entre su agobio, escuchó atento
escuchó toda la felicidad con descontento,
se puso una mano al pecho y sin poder respirar
rehén de la vida y no como ellos
no quiso guardarse nada, ni siquiera callar
y trató de ser lo más sincero,
se armó de valor y empezó a hablar:
“yo no soy feliz amigos, soy de hielo,
perdí lo que más quiero
carezco de mujer, carro y dinero,
les contaré desde un principio,
soy un solitario que sufre en rimas
no me importa si me llaman conspicuo,
solo les diré que llevo penas encima
yace un año que perdí a mi mujer:
la que amé como loco desde niñez,
íbamos a ser padres, se cruzó la viudez,
todo ese tiempo estuve solo
me enfermé de depresión y del corazón,
un golpe gigante que nadie sintió,
extraño su risa, su cariño empalagador
y está débil mi corazón casi no resiste,
perdí mi vida, trabajo y la ilusión
y para mi vida y viudez, cura no existe
envidio su dicha, yo pierdo mi vida y mi salud
y tal vez hoy me vean en un ataúd,
cuando enfermé, ninguno me visitó,
ninguna lámpara de sus ojos me vio ¡mentira!,
nadie de ustedes caerme al vació vio
y en mi viudez, la resignación jamás llegó,
para mi mal no existe medicina,
soy desafortunado, mi vida flasco y trunco
y ya casi camino al sepulcro
aunque sea una visita de por medio,
pero su ingratitud amigos, no tiene remedio
yo agonizando en el suelo y solo
llorando en la miseria tempestades
nunca pensé en sus triunfos sino sus maldades
Estaba postrado en una cama,
no había esa medicina que sana
débil y casi muerto me daban de comer en la boca:
era la tremenda escasez, sin dinero
sin consuelo, no existe una pastilla
solo acumulé penas y mi cabeza se aloca,
no tengo a nadie y, mi mujer no está viva
no estoy viviendo ni estoy feliz,
siento arder una herida sin cicatriz
que sin evitarlo no se cierra
y el dolor más y más se aferra
¿Por qué amigos nunca me visitaron?,
¿por qué por mí, su amigo, se olvidaron?,
ignoran mi viudez, mi mal es terminal
¿por qué no me dieron un granito de consuelo?,
no tengo salud estoy agonizando en todas partes,
ella fue mi fortaleza y lo primero
y la amo como hoy y como antes
arrastro como cadena esta enfermedad
voy a morir, tal vez hoy, de verdad,
llévense todo de mí excepto mi reproche;
a pesar de ello, amigos los añoro
son el abrigo de otoño...
...casi no siento latir mi corazón fantoche
¡qué bueno compañeros!...
que sean felices, no los noto sinceros,
muerto en vida y con fervor
rezo por ustedes, jamás se olviden de un amigo
apiádense de mi dolor,
aunque mañana ya no esté vivo.
observen mi delgadez extrema
miren mi ropa de pordiosero
no soy el de antes, pero sí sincero
observen mi espíritu flácido que enferma
felices porque no sufren mi tristeza,
infeliz yo, enfermo del corazón sin medicina
felices porque su vida hoy no termina”.
Gabriel calló y lloró tanto
ya no podía continuar, palabras de santo,
sus amigos entendieron el dolor ajeno
les tocó el corazón humano y débil.
Gabriel no pudo estar sereno
cayó al piso, cerró los ojos taciturnos
murió allí, y sin aliento no pudo revivir,
y murió al final de su turno
y después de esas frases
de sus amigos y la vida, se pudo despedir.