Así como la espiga
en tierra llana
se mece undívaga
al ritmo de los vientos,
así la osamenta
y el talle de los
entes vivos
se ondean
al compás vibrante
al que los sentidos
son cautivos:
Un sonido estimulante
que al loco
hace danzante
y que al igual
que el torbellino
gira y gira,
se desplaza con el ruido
entre el silencio
y un cálido rugido:
Un lenguaje mudo
que emerge entre
espigas andariegas,
impelido por la cadencia
de la música y su esencia.