Una ligera llovizna aumenta su caudal, presagiando tormenta, y entre gotas cristalinas que resbalan por su rostro, riega aquella pequeña planta que sostiene entre sus manos. Resiste cual cactus en el desierto, y sobrevive en las estaciones del tiempo. Reflexiona en el sentir de un abismo sin fin, que claudica y resurge una y otra vez. Es la naturaleza de la esperanza que vive en lo profundo del ser. ///
Y la vida continúa…