Era tan dulce, delicada, colgada del cielo.
Parecía la primera hoja de primavera,
Transparente, verde de amor amanecido.
Frágil, tierna, luz tenue titilante, nocturnal.
Amaba callada, dando caricias en el atardecer.
Ojos de colibrí en celos por el néctar.
Labios de miel aun virgen en panal.
Sus senos levemente en pecado
Y una sonrisa sin palabras; callada.
Es la imagen de la mujer que pude amar.
Es la mujer que no quiero olvidar
Es el olvido de antiguas tristezas,
Es la emoción constante y ella sola
Mueve mi alma, mucho tiempo adormecida
Hoy vivaz, atrevida; todo lo causa ella.