Comienza aquí un recitar de aguas,
aguas que vienen y que pasaron.
Las aguas sucias y las cristalinas
Las que se fueron, y no regresaron.
Del Petrohue las caudalosas,
y las quietas del LLanquihue.
El agua que engendró a las rosas
y el rocío que baño un copihue.
Versos de alquimia,
de ermitaño escondido.
No nací para vender las palabras,
para darlas mas bien he nacido.
Como narciso de un camino polvoriento,
alegro el gris del invernal paisaje.
Luego triste y seco me quiebro
mientras la primavera renace.
No puedo dejar de ser narciso silvestre,
no puedo cambiar el silencio por mesa de reyes.
No puedo dejar de transformar los dolores,
guijarros a soles y piedras en dones.