Te busco y no te encuentro,
cierro mis ojos, y ahí, en mi mirada, te encierro.
Escuché el llanto del viento y al buscarte allí
te sentí en mis lágrimas.
Te siento moliendo mis huesos,
perforando mis pulmones.
Te busco y no te encuentro mas que en amargas bocas,
mas que en el salado mar de lágrimas de mi madre.
Busqué consuelo en la arena cálida,
y te sentí allí,
en mi piel calcinada y pies sangrantes.
Te sentí invadiéndome,
llenándome como si fueses mi sangre misma.
Te busco y no te encuentro, jamás te encuentro,
solo siento tu ausencia,
solo siento en mi boca el terrible gusto de memorias inexistentes.
Fui al bosque y te lloré en un sauce,
te sentí en mis mejillas, ragándolas,
recorriendo dolorosamente mi cuello.
Te busco y no te encuentro mas que en mis desvelos,
mas que en mi imaginación,
mas que en recuerdos de otras bocas,
mas que en fotografías de otros ojos,
solo ahí te encuentro.
Traté de escucharte entre el canto de mil aves,
traté de encontrarte entre aquel lecho de rosas.
Te sentí aturdiendo mis oídos ante aquella dolorosa sinfonía,
te sentí penetrando mi piel al caer sobre las espinas.
Y ahora solo veo tu halo de luz recorriendo el infinito,
durmiendo sobre la vía láctea,
soñándome.