En el infinito y rojizo mar
que el crepúsculo me ofrece
se deleitan mis ojos al mirar
como el agua y el viento te mecen.
Como una bella sirena sigilosa
que canta sola en el ocaso
así te muestras siempre, muy hermosa
deseándote siempre en mí regazo.
Y de tus labios ya florecen
rosas pura de inocencia
que a tu lado nacen y crecen
y mueren, junto a tu ausencia.
Y el espacio entero se transforma
en una alegre y homogénea unidad
y completamente el paisaje se torna
grato y rico, esfumando la soledad.
Y el aroma del perfume de tu piel
fresco y joven como un recién nacido
es más dulce que la miel
y mucho más atractivo.
Pero ese ambiente paradisíaco
al irte se muestra sin valor
y el planeta entero se vuelve opaco
gris, no bizarro y sin sabor.
A.M.CARVALLO