Cuelga la chaqueta corta que bien está donde está...
junto a los botos camperos y la camisa bordá y
dame la faja negra y no me adornes con más,
que he visto a la potra torda por el paseo de caballos
camino del muladar.
Maldito sea el toro bravo que le pegó la cornada al
quiebro de banderillas en la plaza de Granada.
Dos vueltas le dio al anillo...dos vueltas mientras manaba
de su cuerpo roja sangre que a la plaza enladrillaba.
Bajé de la potra torda y con la más negra rabia
me fui hacia el cimarrón que altanero me esperaba.
No fue a la suerte de matar a donde fui. Fui a la suerte
de venganza...fui a por él y él a por mi y en el centro
de la plaza...solos...uno contra el otro empezamos la
revancha. Fue una lucha de poder a poder entre lo
bravo de un toro y el cariño hacia mi jaca.
Me ceñí capote de hielo, rayo de fuego la espada y como música
de fondo las espuelas tintineaban.
Me miró serio el morlaco, luego miró hacia las gradas,
se dió cuenta que en la plaza uno de los dos sobraba,
que no estaba en pradera verde donde se remansa el agua
sino en anfiteatro romano, donde la vida camina sobre
cuchillos de plata.
Vino corneando el aire..retándome se cuadró en medio de la plaza
hicimos cuentas allí y en un volapié de muerte
se nos cuajó la venganza.
La tarde se volvió gris...de luto se tiñó el alma.
Deja la chaqueta corta y dame solo la negra faja,
que va herida la jaca torda y la lleva de las bridas
la Patrona de Granada.
J.C.