Ábreme las piernas,
ciérrame las ganas,
empótrame a tu imperio de vida,
fatiga y da paz a mi gruta,
consuela la rigidez de mis pezones,
sé travieso en mis caderas,
mezcla tu invierno con mi primavera.
Atraviesa los linderos de mi cuello con tu lengua,
sé cauteloso pero intrépido en la mitad que habita mis glúteos,
cabalgaré en tu falo enaltecido,
delinquiendo y batallando con la carne dura que te surge,
mi saliva será tu suplica para que vaya y venga un poco más.
Marcaré tu espalda cuando en flor de loto tú y yo
nos abarque el deseo… nos arda la sangre.
Seré cual Leona y te devoraré por completo,
me embriagaré con tu vino de hombría,
te alabaré por perpetuar en tus labios mi manantial de vida,
El caramelo que se manifiesta de mi cueva dilatada,
es la proclamación del regocijo suscitado por tu boca,
boca traviesa,
lengua jugosa,
mirada indecente que alborota y hace estragos en mis ganas.
Con tu mástil de hombría y mi raja azucarada
seremos uno y siempre uno,
en vida y carne
en muerte y deseo.
No pedimos ni requerimos batallas en otros cuerpos,
somos uno en nuestra guerra favorita.
El sudor que nos abarca cuando ya extasiados
y palidecemos por la travesía,
no da lugar a duda alguna
de que nuestra cama, nuestro lecho,
nuestra mejor aventura.
Nos amamos sin tabús.
Nos amamos sin prejuicios.
Por siempre solo tú yo.
por siempre cruzando nuestros dedos.
LoreCruz
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2017