Recordaba aquello que no quiero, contar no debo, pero ¡me atrevo! Acerca de aquel marchante, que huyó en luna menguante, y pasado algunos años, una vez, muy apagado encontré, y sin mediar saludos, sin titubear siquiera, aguzada a hablarle me aventé:
Don Legusano, le dije al gusano ¡Que sorpresa! ¿Como le va, con la presa, y como lo trata la vida? Parece que sufrió alguna arremetida, Lo veo desaliñado, con ojeras, caminando con flojera, parece vaca cagona, a punto de soltar la mona.
¿Ya olvidó la noche aquella, cuando cobarde marchó, en busca de una quimera, para gozar sórdida verbena de calientes pasiones, de fuego incandescente, indecente, sufriendo torpe ceguera? ¡Que atrocidad!
¿Acaso siguió con aquella serpiente aventurera? Cuénteme ese chiste ¿De Cómo hizo hasta ahora, para bailar la danza de la aurora? ¿Como se las arregló, o cual fue el conjuro evocado, para despertar el viejo soldado? Claro, Nada más pregunto por mera curiosidad, dígame nomàs ¿Que tenía ella que yo no tuviera? ¿Tal vez el llamado de la diana tempranera o algo más que yo no supiera, con relación al jaleo aparataje y de 69 el puntaje?
A lo que de inmediato el ridículo vejete me respondiera, con una mano tocándose el estandarte, como si consolarlo quisiera y con la otra, en el bolsillo sacando una billetera de donde extraía una arrugada fotografía y luego con un dejo de nostalgia me dijera:
_Con gusto he de contestarle mi ex amada carcelera_ aunque intuyo que poco pueda gustarle, porque a cada quien lo suyo, le diré, esa que era juventud y flor de primavera, a vista me daba dos poderosas razones naturales, ricos almendrones, sin roce de bisturí, de silicona ni goma, eran manjares, justo en santos lugares, nada de más, nada de menos ¡Esas! Esas, fueron mis almohadas...
_ ¡Ah! ¿Y porque dice usted que fueron? _
¿Acaso ya vencieron al Bartolito, o bien lejos de baja le dieron?
¡Si! Por ellas, lamentablemente hasta mi alma tuve que empeñar en el follón, era ella costoso jaguar, deportivo de piel suave, de aire casual, hembra sin igual, corcel pura sangre, briosa en cada juncal, de labios carnosos impresos en dulce panal, motor salvaje a prueba de ego, o de cualquier matorral, que aguantaba mil cilindradas, sin necesidad de entonar. Pero…
¡Ah Caray! entiendo, no me lo diga, le faltaba volante para seguir en competencia adelante, y se quedó el concursante sin su cereza, el jinete no pudo con el galope de la fiereza, no pudo en ese jaguar remontar la cuesta, y yo por supuesto me gane una apuesta.
_Ay! por Dios, no se afinque, y del árbol caído nadie se burle_
Aunque, le confieso, aun aguantaba el dulce tormento, pero quien más no pudo fue la chequera, al pasar el tiempo, desesperada anduviera, quedo como gallina desplumada y a mi corazón dejó cansado del tanto encuentro con doña Viagra que no pudo proseguir sublevada, así fue como perdí las dos cómodas almohadas, ahora me conformo con verla en fotomatón.
Digo, Foto que mata mi corazón, y me deja enfermo el ratòn, en aquella audaz experiencia con tan mala conciencia, libre sin compañía y con ganas de envejecer en la cálida cama, de una aguerrida dama sin pechugas y con canas, sin temer las consecuencias, ni las nalgas frìas.
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Solo sonreí y seguí tranquila mi camino, sin más opción, adivino, pude verlo lastimera, segura de saber que tenía yo y que ella no tuviera, y que tenía ella que yo tambièn tuve y que ahora no tuviera jejeje
piripipi pipi pipi pipipi
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Si no me entienden, me entiendo yo esta loquera...recostada de la higuera uso colofón a su homenaje con una risa y un suspiro; y como colofón solo no me cabe la menor duda, que ni invocando los poemas de Neruda, podrà este ingrato justificar las marcas que su desliz, ahora risas me provocò, jejeje
Raquelinamor
Agosto/12/2017