Las sábanas son junglas que ajadas
son mojadas por un invierno esporádico,
hay dos pares de manos que a la deriva claman
del otro como fiera y presa, boca y sexo,
hambre y desvelo
y a la piel de la noche...
Delatan.
Adán y Eva, los amantes primigenios,
los del barro
en el verso felino de los cortos arroyos del cielo.
Adán y Eva, los hermanos de la mano divina
y los odiados consumidores de la fruta escondida
entre las piernas de primavera y celo.
Ellos ahora, ellos ayer, ellos mañana...
Ellos se aman lamiendo el lenguaje de amor
en la piel de las fieras,
y aprendieron a beber versos del río
y arroparse del velo del silencio mas noche.
La luna es su cetro del que gobiernan arrullos y secretos
y no se diga temen del sol, ojo de Dios
les condene sus besos de sombra y secreto.
Adán y Eva tienen la bendición de siempre ver
sus cuerpos desnudos con grata sorpresa.
Es el amor el que infunde temor a la memoria
y les hace ver su desnudez como nuevo regalo
del cielo o del infierno.
Temblando la condena del fruto prohibido...
Ellos se desean como se desean los animales
en la piel de barro: amándose.
Su amor es secreto como los misterios mismos
de la creación
de la hembra que espera mojada
y el macho, errante sediento.
Beben toda su savia blanca de tus bajos vientres
y cosechan desnudos el pan perfecto
de sus cuerpos.
Pero el fruto prohibido se acaba,
Adán y Eva viendo apurados la hora, se visten.
Adán vuelve a ser Raúl
y Eva retorna al cuerpo de Edith.
Se dan el beso final de la jornada
y salen del hotel como desconocidos,
un hombre y una mujer mas del mundo
siguiendo rumbos distintos...
Hacia un fin común:
parejas a las que no aman les esperan;
mientras ellos, extrañándose
son amantes del limbo.
Después de comer la fruta prohibida
cuenta la leyenda
que Adán y Eva andaban vestidos...
Poeta y escritor: Edmundo Vélez Alcívar
Guayaquil - Ecuador
Derechos reservados del autor.
Pd: si por casualidad caen en mis letras, sean tan amables de escuchar la declamación del poema en el link de youtube.