Cuando amanecía un nuevo día,
me paré en mi ventana
escuche el cantar de los pajarós,
que se posabán
en mi balcón, con sus trino melodiosos
fuerón entrando de a poco en mi corazón,
se alegrarón mis penas,
se alegro una ilución.
No te detengas mi buen amigo,
continua con tu canción, dale gracias a las flores,
al aire, que llebarán a tu cuerpo mil perfumes de amor.