Allí en la noche te esperaré,
cuando el duende enardecido
del recuerdo recrudezca mi porfía.
Allí, en esa antesala de la muerte
surgirá en mi cabecera
el súcubo esmeralda
que me estrangulará de estruendosos silencios.
Allí seré engullido, como Jonás,
y dormiré en ese vientre vítreo
envuelto en aterradoras añoranzas.
Después, en las orillas del alba,
seré regurgitado para volver a ser fósil en la arena.