Érase una princesa
En un castillo elegante,
Su mirada era brillante
Como la Luna en grandeza,
Tenía boca de cereza,
En los labios más rojizos,
Lluvia de magia en sus rizos
En acorde ensortijado,
El rostro más delicado
Rutilándole en hechizos
Pasaba la noche inocente
Sin percatarse que un día
Viviría en fantasía
Con un guerrero valiente,
Quien con mirada evidente
Le admiraba majestuosa,
Le escribía en cuando prosa
Y poema en abundancia,
Hechizado en su fragancia
Le observó una vez nerviosa…
El guerrero ilusionado
Recitaba en pergamino
Un lenguaje clandestino
Para acercarse a su lado,
Era valiente soldado
Pero inquieto se ponía,
La doncella en compañía
Le veía percatada,
Desconfió de su mirada
Y de extraña cortesía
Y el guerrero muy profundo
Confesó su sentimiento,
Ella quedó sin aliento
Y èl como ser moribundo,
Todo pasó en un segundo
No hubo nadie en el suceso
El pobre contó en exceso
Lo que adentro le pasaba,
Ella ni tosca ni brava
Fue víctima de embeleso
Las cosas eran reales
Y el sentir era derecho,
Mas estando insatisfecho
Le hizo cosas habituales:
Manantiales en cristales,
Serenatas y canciones,
Flores daba por montones
De los pomposos jardines,
Y unos gnomos bailarines
Que pintaban corazones
Y fue así como el guerrero
Conquistaba a su princesa,
Quien con mirada traviesa
Le daba un beso sincero,
Lo llamaba \"caballero\"
Aunque èl solo un hombre era,
Y un día de primavera
Sacó versos de un baúl,
Y sin ser príncipe azul
Cautivó a su compañera…