Larga, mi amor, ha llegado la tarde,
lento, cayéndose el sol en tu cara,
rojo horizonte que fija y separa,
llamas de luz, tu arrebol que se arde.
Lengua de fuego que quema y repara
cálidas vidas en mágico alarde;
plácido otoño que el viento resguarde,
luz que en tus ojos al fuego quemara.
Sea el otoño contigo infinito.
pare la tarde su estrépito y vista,
mudo el crepúsculo en vivos sonrojos…
Quiero contigo sentirme chiquito,
siempre a tu lado, tendiendo la vista,
viendo la tarde a través de tus ojos.
Deogracias González