Casi siempre, las cosas simples son las que más felicidad dan,
la sonrisa de tu hijo, el albor de la mañana,
hablar con los fieles y buenos amigos,
hacer lo que debes sin necesidad de recompensa.
Nadar o hacer deporte hasta el límite,
la lectura de algún libro o biografía,
una buena película, una conversación diáfana y sincera,
pasear por lugares bellos de tu infancia.
Hacer cosas sin esperar nada de nadie,
solo por el placer de acometerlas,
pensar en sueños y desvaríos,
estudiar continuamente nuevas fuentes.
Las cosas sencillas,
demostrar interés por los demás,
sin argucias ni suspicacias,
solo observar con fe la vida y sus maravillas.