Rafael Parra Barrios

Cuando tenga setenta años te seguiré amando!

 

Esta injusta sociedad,

que juzga por la edad,

al amor y a la pasión,

sin auscultar el corazón.

No valen los años,

del uno y del otro,

cuando el candor,

 acaricia el cielo.

No importa el tiempo

ni la diferencia etaria.

Importa es el zumo

que nutre el lapso.

Nos une la santidad,

el fulgor espiritual,

 la coherencia moral,

los retos a afrontar.

Tabúes están demás,

cuando la axiología,

y la historia veraz,

surten la autonomía. 

No hay que enjuiciar,

a la sinceridad,

esa, que prende la tarde

e ilumina el anochecer.

Aquí no hay cantidad,

yace la facultad, 

por eso carecemos

de dilemas de edad.

 Cuando tenga cien años,

ella en el nocturnal,

subirá los peldaños,

su radiante rosal,

frotando su belleza,

en mi otoñal,

y aún así, la podré amar.