Existen dos mundos paralelos,
En uno, ella es la dueña de mis anhelos,
La que me alborota el corazón
Cuando veo que se acerca lentamente
Hacia mí, con sus zapatos de tacón
Su lindo vestido, su mirada indiferente...
Recuerdo lo que sucedió aquel día,
Que clavó a mis ojos su mirada fría,
Yo decía dentro mí: ¡Que hermosa mujer!
Y mientras se alejaba con gallardía,
Un repentino viento hizo estremecer
Su vestido, dejando un instante entrever
La extraordinaria y sin igual belleza
De ese par de piernas que pueden hacer
Que cualquier cuerdo pierda la cabeza.
Mira hacia atrás, sabe que la vi, entonces
Con sus ojos de miel como dos bronces
Encendidos, me lanza esa viva mirada
Yo, me quedo perplejo, sin decir nada,
En un acto de autoprotección instintivo
Intento disimular, pero ya es tarde…
Se va, antes, hace ese gesto despectivo
Con la mirada, y yo me pregunto pensativo,
Si es que soy tímido o es que soy cobarde…
Mientras se aleja me palpita el corazón
Por la onda expansiva de la visión;
En el aire me dejó su fragancia de rosa
Y dentro de mi mente no hago otra cosa
Que pensar en el día que la volveré a ver,
Esperando sea pronto o voy a enloquecer.
Existen dos mundos paralelos,
En uno, ella es la dueña de mis anhelos,
La que me rechaza y nada puedo hacer…
En el otro mundo ella, también es hermosa,
Su rostro es como el sol del amanecer,
Camina feliz, muy segura y orgullosa
A acompasados pasos sobre el andén,
Donde también la observo meditabundo
Lo malo es que en ese otro mundo,
En ese mundo ella, me rechaza también.