Hermosa y dulce morena setembrina
Que llenas mi casa de sonrisa contagiosa
Con tus ojos de luz nueva y salerosa
Regalas alegría y complacencia divina
Tus balbuceos y gritos elocuentes
Nos vuelven niños de nuevo y seguimos
Tus muecas y ademanes incipientes
Cual si fuéramos competentes mimos
Tamara Naomi, niña de suave piel
Y de manitas inquietas y robustas
De risa fácil y mirada augusta
Alejas de la vida los pesares y la hiel.