Es mirar hacia el pasado desde el lugar en el que me toca hacer,
y darme cuenta todo lo que he aprendido de él.
Es mirarte entre mis lágrimas y el dolor de tenerte físicamente
y que tus sentimientos sigan siendo suyos.
Me costó demasiado aceptar que ya no estarías más en mi vida,
de hecho, nunca has estado porque para ti no fui más que un juguete,
un objeto con el que jugabas a querer solo para dañar a alguien más.
Pero aun así te lo agradezco, te doy las gracias por haberme hecho pedazos
por dejar mi autoestima por los suelos,
por hacerme creer una a una tus mentiras, tus falsos “te amo”
te agradezco de corazón la manera en la que me destrozaste.
Y no es que este siendo irónica ni mucho menos sarcástica,
simplemente te agradezco de corazón que me hayas mostrado lo que soy
cuanto es que en verdad valgo y lo que vales tú.
Te agradezco haberme abierto los ojos para mostrarme de una manera casi fatal
que no todo lo que brilla es oro, y que a veces el hombre puede ser demasiado cruel
porque cuando desea algo no le importa pisar cabezas y destrozar sentimientos
simplemente porque lo que busca es aquello que tanto anhela.
Te agradezco por haberme dado el empujón que me saco a la vida,
que me monstruo que afuera hay personas iguales y peores que tu
y que no porque te han hecho mal tienes que pagar con la misma manera.
Te doy gracias porque de no haber sido por tu traición
no me habría dado el valor que como mujer tengo
y que como tal merezco.
Me has dejado casi sin signos vitales,
pero tengo una virtud… siempre que me lastiman
renazco como el ave fénix de sus propias cenizas.