ZMRS

**-La Puerta Grande - Cuento Corto-**

Había una vez una puerta inmensa, tan grande como el cielo azul. Y crujía con el viento, era recia y su corteza era dura de un carácter casi indomable. No estaba pintada, sino que era un barniz casi imposible de ver en la madera casi rota de “la puerta grande”. La casa casi deteriorada por el tiempo en que nadie la habitaba estaba desolada y muy triste. El viento con toda su fuerza la vuelve a tirar y cruje. Casi cae al suelo de tanto que el viento la sopla. Un joven que hace la práctica para un evento comunitario de la iglesia, decide estudiar la vivienda abandonada y quiere realizar ese evento para reconstruirla. El joven llamado Hagard decide entrar y estudiar la casa. Al entrar “la puerta grande”, se vá abriendo y llega al recibidor de la casa. No se percata que “la puerta grande” se cerró. Y quedó atrapado en aquello que era una casa vieja. Hay una voz de niño, que le habla al joven, y le dice:

 

-“qué haces aquí en mi casa”-.          

 

Hagard responde:

 

-“¿por...por...porqué se cerró la puerta”-,

 

La voz de niño, le dice:

 

-“yo vivo aquí desde que mis padres se fueron de aquí”-,

 

Hagard indaga más y se queda en la casa vieja conversando con esa voz:

 

-“¿y, quién eres tú?”-,

 

La voz de niño, le riposta:

 

-“yo soy como la luz, viajo entre los circuitos de la luz, soy un cósmico lunático y un estereotipo de inteligencia artificial que viaja alrededor del mundo, en busca de compañía”-,

 

Y Hagard sigue indagando:

 

-“pues, yo soy un tipo también inteligente y sé muchas cosas de la ciencia…”-,

 

No terminó de hablar que la voz del niño se acerca a él más y más, y le dice en voz baja: -“yo soy como todo un dios de la aventura, vamos a ver si eres inteligente…”-,

 

Y abrió “la puerta grande” con su voz mágica. Y la volvió a cerrar con tanta fuerza, que se debatió entre el frío y el viento que aún soplaba fuertemente a “la puerta grande”. Y la cerró nuevamente y muy fuerte. Y hace un juego de luces en la casa vieja, y hace un enredo entre las luces de rojo, blanco y verde y le dice a Hagard la voz de niño que:

 

-“desenreda las luces una por una con el poder de tu mente y sin equivocarte”-.

 

Hagard comienza a desenredar las luces una por una y falla. Las luces de color blanco, rojo y verde tenían un comienzo y no un final, o sea, que había que desenredar las luces desde el principio y Hagard comenzó desde el medio, una inmensa falla. Hagard, le contesta que…:

 

-“deseo conocerte amiguito, y que me enseñes todo sobre tu inteligencia”-,

 

La voz de niño, que no es torpe sino inteligente, decide dar lo mejor de sí para ayudarlo, pero, no toda su inteligencia.

 

Hagard, vá todas las tardes hacia la casa vieja y “la puerta grande” se abre cada vez que él entra a la casa vieja. Y se dice que, -“ay, esta puerta tan recia me dan ganas de vomitar”-.

 

Pero, nunca se ha percatado que en la entrada existe un gato negro, que cada vez que él pasa por “la puerta grande” le hace lo de la mala suerte, que le cruza enfrente. Y cada vez son mayores los 7 años de mala suerte. Hagard, aprende que el número 6 es igual que al 9 al revés y que si lo pones al derecho dice un número y que si lo pones al revés dice otro número. Que si lo combinas con otros números puede decir exactamente un número u otro. Por ejemplo, 196 y que si lo pones al revés dice 961. Como exactamente, el número de la casa vieja y se fijó al entrar que estaba un clavo suelto y que daba vueltas, no se sabía qué número era. Ni se fijó en la casa de al lado. Pero sí, el niño de la voz, le dijo observa el número de la casa de al lado. Y así, continúo aprendiendo, desde ciencia, álgebra y música. Y en la ciencia que para fundir un líquido a estado sólido tenía que pasar una preparación de amalgama para llevar al estado de sólido. Como por ejemplo, el cemento. Y que casi lo contrario era el hielo. Y en álgebra que el valor de x siempre tendría que tantear la ecuación dada. Y así, sucesivamente.                

Un día, la voz del niño, se fue disminuyendo de intensidad. Hasta que la voz del niño se convirtió en él, en Hagard. Le dejó toda su inteligencia y más, le dejó una fortuna hecha de luces magnéticas que luego fueron utilizadas para el bien de la humanidad. Y logró desenredar aquello que era tan difícil de desenredar. La luces de color blanco, rojo y verde. Hasta que aprendió por sí solo cómo lograr llegar en cortocircuitos de una luz casi translúcida y transparente, a través, de un cometa de luz que viaja mediante la fuerza de gravedad de la luz magnética. ¿Cómo se lograba?. Pues, penetrando en el foco de la luz mediante la inteligencia artificial, y mediante la fuerza de gravedad de una luz que continúa siguiendo al mundo de los seres perdidos. Y el cielo azul brilló, aún más, y más, por encima de esa luz magnética que atrapó al cielo y al mundo con la fuerza de espíritu de Hagard. Y quiso ser un dios. Cuando de repente hizo una oscura profundidad de cien grados de intensidad algo anormal en la inteligencia artificial. Y Hagard, mediante la atracción de la voz del niño, que le hablaba hizo que hiciera un enredo de luz magnética, entre rojo, blanco y verde dentro de la profunda luz y opaca. E hizo una nueva luz con disyuntiva como la de Newton. Entre los colores, pero, falló en algo, que tenía que desenredar los colores y así, colocarlos uno a uno entre la luz magnética y con la inteligencia artificial. No lo hizo, lo que hizo fue mayor, colocó entre el rojo y verde la luz de color blanco e hizo que se viera más natural el foco de luz. Se fue haciendo más y más, visible su voz entre la luz y se quedó invisible como toda aquella inteligencia artificial. Y la voz del niño aquél se quedó por siempre entre la casa vieja y “la puerta grande” que aún tenía más de 7 años de mala suerte. Y el niño de la voz en la luz, no vió otro semejante igual a Hagard igual de inteligente que él mismo. Y pasaron más de 7 años de mala suerte hasta que otro joven entró por encomiendas de un estudio en la casa vieja. Y de nuevo “la puerta grande” se cerró.