El humo del cigarrillo,
las canciones más melancólicas de fondo,
dos insípidas cervezas,
el ruido de los carros en la avenida,
las luces de las casas en medio de la montaña,
las caricias del viento nocturno,
las pequeñas gotas deslizándose en la ventana,
y la desgastada foto de nuestro último viaje,
son hoy mi compañía.
Los dedos desgastados con el roce del papel,
las pobres gotas a merced de la fricción,
el astuto viento, cobarde y esquivo,
las lejanas luces que brillan sin convicción,
los carros egoístas que no me llevan a ningún lado,
las cervezas saladas con el fermento del delirio,
las melodías efímeras al servicio del corazón,
y la última bocanada del cigarro que mendigo,
son lo que me queda del amor esquivo.
Cada bocanada es un sutil veneno del espíritu
que dopa el dejavú de los sueños inconclusos
pero que le promete al corazón ya destruido
que dejará de extrañar cuando se disipe el humo.