Soy un hambriento pordiosero
que escudriño quitando restos
voy buscando alimentarme
encuentro desechos enteros
pedazos puercos, estiércol
sabiendo que no me saciaré
en el espacio, en el margen
extemporáneo instante
simultáneamente inactual.
El orden embellece todo
Lo decora, hermoso vivo
delicado y delicioso
o fuerte y furioso
controla segundos, sentidos
el mayor valor, costoso.
Entre aquellos bellos trozos
no hay bocanada nutritiva
y la desnutrición engorda
embellece, con voluptuosas
carnes que se hallan deprimidas
a los pasajes de otros ortos.
monstruo fantasmagórico
como de una paralela dimensión
soy; pues me observan
y me escuchan extrañados
o en su defecto, ignorado
como si fuese la misma nada
¿Acaso no ven,
que no se alimentan?
¿Qué hace al [otro] ser?
Al cabo, hurgo en desérticos
buscando el humus rico
sin orden y sin sentido
Del ¿Por qué? que alimenta
sin dejar de ser hambrienta
La palabra que piensa
sin letra alguna imagina
y no se inmoviliza.
Adolfo D\'Erizans.