Alguien espera a deshora
en la fatídica tarde de un domingo
sentir por esta tierra
tregua de este flujo perpetuo.
Una brisa sincera
que abrace cualquier ruina
y que sople de los lirios
tanto polvo de muerte.
Un sentido, tal vez,
a la misiva de la vida,
una forma de explicar
la paradoja que nos guía.