teresa ternavasio

EL ALACRÁN

EL ALACRAN

 

Un día, era yo chica, trepó a mi pierna, un alacrán,

Dejó el turbio veneno e hizo lo que su especie,

Como vienen se van

Con  las  lágrimas que brotaron de mis ojos asustados

Pude limpiar la herida que él había provocado

 

El tiempo que no espera, se apresura por traer

En  su bagaje de cosas, todo lo que has de saber

No faltó la alegría, con sus dulces maravillas

Pero tampoco las penas que provoca el amor

 

Supo entonces el corazón, lo que era enamorarse

Que no había  en el mundo nada que no pueda darse

Buscar en lo más profundo para poder otorgarlo

Y con la vida mediante, amar para disfrutarlo

 

Llegaste como el viento, en cualquier tarde de otoño

Con la mirada del niño que espera ser arrullado

La sonrisa que descansa en la boca del cansado

Y la cara contra el sol, recibiendo sus caricias

 

¡Oh amor de mi vida, cuánto te había esperado!

Te amé como el colibrí cuando besa la flor

De la copa de licor, que emborracha los sentidos

Bebí hasta perder, en tus brazos, la razón

 

Impidió tu insensatez que pudieras comprenderlo

Y una tarde me dejaste, con mi atado de sueños

Ignorando el amor, del cual tú eras el dueño

 

Lloré y lloré con denuedo,

¡Había encontrado al alacrán, en mi camino, de nuevo!

Pero como aquella vez, las lágrimas limpiaron

El veneno malicioso, que él había dejado