Un vaso de cerveza un poco rancia
mientras espero la comida en este bar donde
muchos hombres rien muy fuerte
como si por sus bocas desencajadas
se estubiera gestando una guerra:
la guerra del trabajo por el pan
la guerra del tráfico lento en las calles
del teléfono en todo momento.
Miro la oscura cerveza , es un buen mediodía
desparramando momentos y risas endiabladas
y olvidadas las cosas quedan.
La sobra del tiempo
la sienaga oculta
el patio trasero oculto
tu voz que me seguía se perdió en
este plato de loza, en las risas caidas del cielo.
La tele sacude la sangre en un noticiero.
Resfrios, imsomnios, invierno lluvioso, el barro como
hermano cercano, los parientes alejados,
las pastillas olvidadas adrede.
Las risas se pierden en la sirena chillona de una ambulancia,
el río no está en esta ciudad y el vértice agudo de una figura de mujer imaginada me dobla rápido
por la esquina del mediodia cuando
no queda una gota de rancia cerveza.