En su viaje de tantos amoríos
¡imposibles! así suelen llamarle,
y sobre mi almohada aún templarle
suspiros de miel, besos y rocíos.
De peregrinos labios, claros ríos
saciaron mi ambrosïa al besarle
a la ciega pasión y siempre amarle...
huellas que humedecieron albedríos.
Atrapamos celosos en esencias
escondidos anhelos de lujurias
y en secreto vergel, sin más carencias,
supimos evadir todas injurias
por aquellas erradas... ruin creencias
adorando este amor en las centurias.
Jorge Aimar Francese Hardaick
Escritor y Poeta - Argentina
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