En una cálida frontera entre el sur de occidente, existe un pueblo llamado Halfagata. Existen muchos cuentos y leyendas entre dos pueblos cercanos al cerro, junto a la pradera o al cedro. Hay una campesina buena moza, jovial y pasional. Que quiere que sus sueños se hagan realidad. Cuando solo sueña indeleblemente sin acudir a la irrealidad se acerca en premonición todos sus sueños. Campesina, joven y hermosa. Con un cuerpo atrevido a la insolencia de la vista de cualquier “viejo verde”. La muchacha llamada Lolita, decide atreverse a desafiar al mundo, inclusive al que no le guste, bah. La joven mozuela, llega al campanario un lugar de fiesta y de muchos amores en Halfagata. Es “la sensación de las curvas”, que enloquece a los hombres y con su movimiento al bailar la “cucharadita”. Un baile típico que quería simular las curvas de la muchacha con una cuchara. Entra al bar un caballero y quiere con ella algo casi imposible de obtener. Una noche con la dulce muchacha y por supuesto con “la sensación de las curvas”. No se le otorga al caballero, y todo porque es vírgen. Llega al bar Raúl, un amigo casi hermano de la muchacha y baila “la cucharadita”, bien apretadito. La muchacha camina toda la calle de arriba a abajo en busca de aquello que era imposible de encontrar “un amor”. Pero, era la chulería más mona en el barrio, era “la sensación de las curvas”. Y como siempre, la vil manera de hacer sufrir al hombre con tan sólo “por los ojos”. La excitación y complacencia y lo débil en subrepticios se debate entre la espera de que la muchacha por fin pierda su virginidad, pero nunca “la sensación de las curvas” la pierde, la desean tanto que hasta enloquecen por ella. Se pone el pantalón apretao, la camisilla debajo de los senos, muy bien exaltados por la casi blusa. La muchacha que es muy vivaraz, le pide a Raúl que esta vez el caballero que la persigue baile con ella “la cucharadita”, el caballero muy respetuoso le dice que no, que esta vez el que se hace difícil aquí era él. Y comienza un juego entre los clientes del bar en Halfagata. La sensación de las curvas de Lolita, todos se distraen por ella pasar por la pista y bailar con ella. Es un contoneo, una sandunga, un meneo que ella hace con “la sensación de las curvas”, que todos quedan boquiabiertos con la capacidad con que esa muchacha mueve su cuerpo. La sensacional Lolita, viene y vá en la calle “Las Penas”, no mira a nadie, es orgullosa, es intransigente, no quiere a nadie, nunca se a enamorado, pero el caballero la sigue más y más. ¡Ay, Lolita, en donde pararás!, si como prostituta o bien casada. “La sensación de las curvas”, de la Lolita, llevándose las miradas y al más cautivo de los hombres y la más grande envidia de las mujeres. Y cruza la calle, vá y viene, con su diminuto pantalón corto, mostrando sus contorneadas piernas,y no se percata que el caballero la sigue más y más. Las curvas, el sueño idóneo, el pertinaz encuentro, y la vil atracción de los hombres. ¡Ay, Lolita, Lolita en donde pararás…!. Se preguntaban muchos, y también las mujeres con cierto agrado de envidia. Y por último, se vió a la muchacha con el caballero, y se la lleva hasta Halfagatum, una ciudad contigua a donde ella vivía. Y “la sensación de las curvas”, se casó bien con el caballero, y volvió a la calle, esta vez con “la sensación de sus curvas”, entre los deseos de un buen caballero.