El fin de los tiempos,
certeza oscura
vértigo para el alma blanca.
El gemido de dolor:
-¡Quédate!-
Clamor contra el tiempo
contra natura,
cuando la sangre es propia,
cuando te enfrentas al martirio
de los ojos incorruptos
de tu progenie.
¿Cómo desoyes sus ruegos?
¿Cómo no volverte inmortal?
- ¡Prométeme que estarás siempre! -
Y lo prometes. Y sucumbes
herido por tu mentira.