TIROS DE SILENCIO»
Cuatro puñales de luz,
son cuatro toritos bravos
que me llevan a tu cruz
como reata de esclavos.
Cuatro tiros dispararon,
en la finca Las Colonias.
La vida que les sesgaron
con el odio que endemonias.
Entre Víznar y Alfacar,
junto al olivo Divino,
Nestares, al terminar
dio la orden del destino.
Noche con calor de sierra
que sucumbe al desatino,
cuerpos inertes por tierra
camino de su destino.
La sangre hiela las venas
en la noche decidida,
la luna imprime sus penas
por tal orden recibida.
Hoyo hondo como abrigo,
de cadáveres helados,
tratados como mendigos
atados y amordazados.
Quedan cuerpos al rocío
aquella noche agosteña,
hundidos por desvaríos
de cumplir el santo y seña.
La gente queda sumida
en los dolores que ahogan,
las gargantas doloridas
con el sentir que desfogan.
Un Poeta, y un Maestro, ¡de escuela!,
junto a dos Banderilleros,
que los brazos aún les vuelan
con esos poderes fieros.
Huérfano queda el teatro,
desoladas las libretas,
y llorando por los cuatro,
quedan las plazas desiertas.
“Bernarda Alba”, queda sola,
y “La Barraca” deshecha.
Solo quedan las Manolas
subiendo la cuesta estrecha.
En “El Albaicín”, resuella
el gitano, que en su cueva
llora tantas noches bellas,
recordando coplas nuevas.
Desde aquel odio asesino
que quiso callar tus letras,
por querer errar tu sino
en poesía nos penetras.
Grande fue tu sacrificio
y más grande tu legado,
con la Poesía de oficio
la libertad ha llegado.
Roberto J. Martín