Una lágrima aflora a la pupila
al fundirse el cristal que la promueve,
equilibra la angustia que la mueve
pues la vuelve más simple, más tranquila.
En silencio de un verso se perfila
en la gran partitura que conmueve,
si el diamante fundido se remueve
de la nota el silencio no asimila.
Es un verso en silencio convertida
esa lágrima, salta de repente
en la gran partitura de la vida,
una gota en silencio es muy diciente,
en el folio impoluto si es vertida,
para el alma será más elocuente.