Una idea,
recurrente.
Dos dedos que apenas
hacen el esfuerzo
por rozarse.
Y el big bang,
origen del cosmos.
Si entendierámos que el infinito
se halla en cada uno de nosotros
por ser,
justamente,
finitos.
En aquella dialéctica universal
se encuentra el fundamento
a tanto caos,
tantas leyes,
tanta luz y tanta oscuridad.
¡Explosión en el cielo!
¡En todos los cielos!
Centro mismo de la vida;
se apaga una estrella,
otra se enciende
a lo lejos.
Somos ínfimos, luminosos
Y debemos,
por amor
cuidar de nuestra propia luz.