Bajo un árbol en la quietud de aquel parque, suspende la lectura y marca la página que tiene como subtitulo “No juraras en vano”. Observa la multitud que marcha a lo largo de la avenida. Infinidad de pancartas elevan sus manos, en señal de protestas ante un sistema ideológico que falla en la raíz de aquel fatal enunciado, “patria, socialismo o muerte”, que en las variantes corrientes arrastra las masas, y cual devotos de una falsa idolatría fracasa en la fe que no es tal, provocando solo muerte y dolor a su paso. “Los nativos observan el rostro de aquella joven mujer y esta decide compartir lo que hasta ahora le ha tocado vivir”. –“Veo una chica rebelde, que se opone a un sistema que la oprime y corta lentamente sus alas de libertad”. –“¡Si, esa era yo! Culminaban mis estudios universitarios, y el estallido social no se hizo esperar, mis sueños al igual que todo ser humano los tiene, se vinieron abajo en protesta de aquel sistema que nos cambiaba a todos la vida, sin la menor oportunidad de lograr avanzar. Surgieron libertadores en nuestras calles y uno a uno mordió el polvo, mientras otros tras las rejas pagan injustamente con cárcel, al oponerse y pretender vivir en libertad. Otros en el exilio ya no han de volver. Hoy muchos errantes y emigrantes, vamos por el mundo en busca de establecernos en otro país, dejamos atrás toda una vida en la tierra querida que nos vio nacer. Les contare que un gran amigo decidió seguir trabajando en un organismo que representa un poder del estado, y ante el cambio del régimen, “el amor y el interés se fueron al campo un día”, de nada sirvió el juramento que un día prestó, el dinero y el poder chantajearon su vida”. –“Ah, mi niña que joven y cuanto dolor, tienes una vida por delante y pronto te has de recuperar”. Guarde el libro en el bolso y me sume a la marcha…
Y la vida continúa …