El tiempo ha pasado
y sobre la misma piedra
del mismo lugar
donde tu risa competía
con el arrullo de la fuente
en un verano constante,
regresa tu mano
a quebrar la quietud del pozo
donde descansan los deseos
arrojados sin pensar y sin pesar.
Y tus ojos, en un otoño batido
rebuscan la imagen en el fondo
anhelando distinguirlos
entre todos los deseos perdidos.