Pedro Becerra

LOS POETAS SUICIDAS.

Ellos, sí, ellos se vaciaron los sesos
se fueron como nubes hacia el este,
donde las palabras si tengan sentido,
donde la vida se vista de fiesta,
ellos, detrás de un verso se muestran,
toman y buscan
el delgado hilo de los cuentos de verdad y mentira,
son muchos,
son pocos,
pero ahí están
que importa verlos tropezar con piedras.


Ellos se fueron a otros barrios

en donde el poema se baña desnudo,
en donde el soneto baila Can Can,
estupro mendigo bandido hombre canalla maldito testigo poeta,
vives en una casa llena de estrofas,
vigilas el mundo para caerle encima,
pero él te desprecia, al igual que la prosa,
la lujuria te condena a noches malditas
repletas de carnes que se venden por chauchas en la calle Maipú.


Te persigue la parca pálida y lóbrega, te hace guiños, te coquetea y besa la frente,

te toma la mano y te muestra su corazón,
los ataúdes esperan serenos su turno,
no gritan, ni se trastornan, solo esperan
saben que tú y tus amigos llegarán.


La tinta se viste de luto, con capa,

el papel llora a mares
y la palabra pronuncia su discurso de

despedida
adiós amigos poetas suicidas.