*La vi caminar ensimismada bajo el sol de media tarde
*andaba como quien ha de afrontar la jornada, mientras los pulmones inhalan y exhalan la perpetua desgana.
* Yo estaba sentado en una banca, soportando el hastío que provoca la monótona jornada.
* Y la perpetua charla que entre colegas se acostumbraba.
* El importunio de un zagas saludo la hizo sosegar su implacable andar.
* Su rostro giró, acompañado de su cuerpo, y con forzadas palabras respondió obligada al saludo.
* yo como espectador, enmudecido y ensordecido, hice nulos mis sentidos, otorgando a mis ojos libre albedrío
* recorrieron calmos y ansiosos, constantes y presurosos, su contorno, su cuerpo, sus manos, fueron libres para caer esclavos de mi deseo.
* Y así, mi mente ensimismada, preservo el recuerdo, de ese primer encuentro