Alberto Escobar

Pensando...

 

 Encontraremos un camino… y si no,
lo crearemos. Aníbal 

 

 

 

 

Así tenga que escribir un diario
llegaré al corazón de las tinieblas.
La trabazón que unen las fibras de 
mi musculatura se nutren de 
sintagmas que adolecen de
subterfugios.

Acudo a la sesión inaugural de mis
cenizas, que una cerrazón augural
recogen en el zaguán de esparto.

Giro a mi largo sobre las praderas 
del lenguaje, donde pasto a mis
anchas sin pagar tributos
draconianos.

Robo libros de las estanterías de la
superstición, porque quiero 
contribuir a que desaparezca de la
faz de la Ciencia.

Doy mis primeros vagidos como 
clamor de aleluya ante una nueva
era, la de mi consagración como
ser sintiente.

Quiero deslindarme de los que
acibaran la buena voluntad del
que pretende construir pasadizos
donde no los hay, como hizo
Anibal en los alpes italianos.

Hago caso omiso a los dimes y
diretes que se proyectan por
doquier en los arrabales de la
ignorancia supina.

Estoy desandando el camino que
elegí sin saber, en mis albores,
porque estoy a tiempo de prender
la senda correcta.

Me rebelo a la manía humana de
creer que lo que ven es un absoluto.
Encuentro vitando los dogmas
porque son productos de la
esclavización del prójimo solo por
secundar intereses ajenos.

Estoy cerca, quiero pensar, de dar 
en el busilis de los misterios de la 
razón, cada vez entiendo mejor que 
la clave reside en el pensamiento
(que es cosa mía si es mío).

Después de este parto, este 
desparrame a modo de rezo antes de
dormir, me dispongo a conciliarme
con Morfeo para asistir, al alba, al
espectáculo rosicler del nacimiento
de un nuevo día.