Catelgood

¡Deveras que hay que quererse!...

Yo no sé quién te hizo enojar…
Pero estás enojada… (qué locura)
Sería que el baño dejé sin levantar la tapa
O bien manché la camisa al comer
Quizá olvidé decirte que te quiero
O no consolé tu más reciente pena
Aunque yo no recuerde eso… (ni nada).

Yo no sé por qué estás triste…
Será que no te abrazo cuando quieres
O me hablas de cosas que no entiendo
Y no puedo citarlas cuando me lo pides
O bien no halagué tu caminata última
Y no entiendo cuánto te importa
Haber reducido un centímetro de cintura

Yo no sé qué te preocupa…
Si es mi indolencia, y mis pocas ganas
De adquirir los bienes que otros demandan
O esa calma absurda y campechana
Ante las cuentas y varias demandas
Que no logran impedirme al cabo
De dormir largo y a pierna suelta
Mientras tú muerdes tus uñas y sangras

Yo no sé qué hacer conmigo…
Si esconderme en el dulce abismo
Del olvido y la sabia despreocupación
O detenerte en el último regaño agrio
Pedirte que me mires a los ojos y luego
Sentarte como a niña emberrinchada
y calmarte con un par de palmadas...

Yo no sé qué hacer conmigo…
Porque vienes, me miras o me hablas
Con dulzura que no me esperaba
Y yo me envuelvo en tu labios
y sin comprender absolutamente nada
Todo marcha maravillosamente
Y la vida de súbito se engalana…

Y así transcurre lo nuestro…
Entre locura, pasiones y mis faltas
Entre berrinches, enojos y lágrimas
Entre “te quieros” y “sin ti no soy nadas”
Mira… ¡De veras que hay que quererse!
¡Para amarte entre tu mucha locura
Y que tú ames todas mis canalladas!