Elocuente
con su cuaderno bajo el brazo
el poeta sigue en la memoria
sigue caminando laberintos existenciales
callecitas empinadas hacia el costado de la Catedral
donde se tejen las palabras al destello de aletargados luceros
Sus cenizas
rodeadas de solitarios pajonales
siguen retozando en el eco que se libera en el diafragma inédito del Río
Al vaivén de coloridas embarcaciones
con la nostalgia de los marinos
el canto oriental y
su contagiosa carcajada
reparte infinitos pedazos de su poesía
dedicadas a la humanidad
Su presencia
un canto de pilón
arepa pelá
y el eterno adiós