Animoso ruidos, de valientes,
voces ovinas, bailando.
En un estruendo estupor,
para el pastor, que prácticamente,
mudo quedó.
Al escuchar como sus ovejas,
de pánico gritaron, asustadas,
despavoridas entre el corral.
Durante el ocaso, el lobo aullando,
atacó su presa, agarrando y desgarrado,
del mismo golpe de mordisco,
carne trozo a trozo,
así como a corderos
y hembras preñadas.
Y en una gruesa manta
de lana y sangre,
la destrucción fue tal,
que fue letal.
El pastor impasible,
sin disparar quedó.
El perro pastor mudo y sólitario ya,
otro rebaño lo rescató.