La poesía no puede ser un lujo de neutrales,
la poesía tiene que ser, aunque suene rara
una música nueva no una traca de de fuegos
artificiales, que solo expresen cuestiones
simples y banales.
A veces puede ser como un jaz sin partitura
y sin letra que te llega al alma de manera
inexplicable.
Estaba sumido en una indefinición,
acariciaba el lomo prometedor del
libro, un mundo en tus manos, ahí
afuera el futuro esperando, aquí dentro
olor a tinta seca y a vieja madera, sobre
la mesa un vaso de vino y unas aceitunas
negras, lo demás eran letras y más letras
esperando hacerse verbo para escapar a
a la calle huyendo de la biblioteca.