En el apogeo de la primavera
resplandece el campo sanguinolento
que evoca batallas de final cruento
donde las almas gimen por doquiera.
Permanecen tus flores a la espera
de ser acariciadas por el viento,
desatando rachas de oleaje lento
en el mar púrpura de la ladera.
Cuando el implacable estío se presente
y abrase tus pétalos y tu tallo,
tu vientre se abrirá esparciendo vida.
Sepultarás tu semilla latente
suplicando que venga un nuevo mayo
para mostrar tu belleza prohibida.