La chica de la flor,
vivía pendiente de su jardín,
las plantas eran sus amigas,
y los humanos sus enemigas.
En ellas veía lo mejor de todos,
el reflejo de su esperanza,
la alegría en esta vida,
las sonrisas compartidas.
Para ella las flores eran su todo,
aunque para otros no fueran nada.
Éstas la ayudaban a olvidar,
y más que nada a sobrellevar.
Sonrisas fingidas eran su desayuno,
Flores de esperanza eran su suspiro,
Trágica y triste en los días,
y las horas solamente corrían.
Su cabeza pedía un suspiro,
y su corazón un descanso,
Pero sus flores las necesitaban,
y no podía abandonarlas.
Podía quejarse de
de las espinas en la rosa,
o alegrarse de que las espinas
vayan acompañadas de rosas.
Ella solo quería,
dar sus flores con sonrisas,
para alegrar todos los días,
a cada personita.
ELENA HAKKINEN