Miré extasiado el horizonte.
El verde variopinto de la natura se confundía con el celeste del día que amanecía.
Caminaba sereno. Recordaba, sentía, vivía el momento.
El viento acariciaba los naranjales y refrescaba mi cansado cuerpo.
El camino se abría paso delante de mi persona. Me adentraba en él sin rumbo fijo.
He amado, he vivido, he sufrido, he soñado como cualquier ser humano. No puedo negar que hay momentos en que me siento a la vera de la estrada, cansado y sin esperanzas. Solo observo, contemplo, veo la vida pasar.
Una melodía llega de lejos, quizás sea mi imaginación, no lo sé y la verdad es que no me importa.
Un violoncelo expresa todo su sentir en una melodía. Una sinfonía que entra en lo profundo del alma y embarga todo tu ser. Cierro los ojos para escucharla con mayor intensidad. ¿Quizás sea la locura que toda a mi puerta? mas no me importa. La siento, la escucho y me dejo llevar por ella.
Los recuerdos se amotinan en mi memoria, cada uno buscando la precedencia. Rostros, situaciones, sentimientos, momentos varios. He de confesar que mucho he vivido, mucho he experimentado. En ocasiones me siento un anciano al que le pesa casa paso que da, en otras muy orgulloso del camino recorrido. Contradicciones internas.
Suave brisa que transporta mi alma a pasajes desconocidos. A mundos escondidos en lo más profundo de mi ser. Misterio intenso que mueve mi querer en alas de un fugaz olvido. Amar aunque en ocasiones no se consiga el sentido, mas seguir haciéndolo, porque se siente como algo vivido en lo esencial del ser inerme. Perderme quiero en las notas efímeras de la existencia, que enriquezca mi esencia de individuo imperfecto y doliente. No quiero llorar mi suerte, solo respirar y dejar existir, pues es lo que da sentido a mi sentir. Vuela alto, no temas tu perspicaz vuelo, ya que que encontrarás consuelo a tu alma inquieta, que busca en la más insignificante grieta, su mayor y gran consuelo......