Me desperto un resplandor,
note que la luz se filtraba ya por el cristal,
cándida o traviesa no sé, acariciaba tu piel desnuda
y jugaba con los recovecos que se quedaban en la sombra.
Me levante de mi esquina,
me recosté celosa a tu vera,
serpenteando mis dedos en tus perfectas curvaturas
que creo mías, en el silencio nocturno y tu quietud.
Me quede un instante absorta en mis pensamientos
mientras veo este brillo que te recorre,
te acaricia y te besa sutilmente
mientras vos dormís y yo estoy aquí de testigo.