Aguadas coplas después de
los matecitos del atardecer.
Los que se quedan son
quienes soportan la
cuerda floja que dejaste
tensar en ti.
Pal que se va como ella
se va sin equipaje,
se va mudita.
Las lágrimas a pique en
coplas desvestidas de incógnitas.
Bañaba tu cuerpo inerte
la luna llena al oeste.