angelillo201

sueño de verano en la cueva de Laocoonte

Personajes.

Angelillo de Uixó como Laocoonte .

Mercedes Ibáñez Bou ,soy yo en poemas del alma, como Hada soy yo.

La sombra, como el  ayuntamiento de vall d´uixo.

Ingeniero forestal , el monitor de la escuela taller.

Alumnos de la escuela taller como figurantes.

Las paleras y las hortalizas en la papel de la conciencia de la humanidad.

 

 

La escena transcurre una jornada de agosto junto a un huerto ocupado por un desgraciado mientras van desaparecido las paleras que cubren una cueva que hay sobre el huerto.  Las paleras  están siendo taladas por una escuela taller.

Laocconte  se acerca con el corazón palpitante, camina asustado. Balbucea una palabras extrañas que le sobrecogen al pronunciarlas.

Esto lo he soñado.

Entre las hojas del camino, se mueve algo bajo ellas.

Bajando la vista poco a poco Laocconte la lleva  casi al suelo, hasta que una voz lo llama y la desvía hacia el sonido.

Laocoonte ¿ estás bien?

Alza la cabeza y observa al ingeniero forestal que lleva la escuela taller. A su espalda ve a los alumnos luchando contra un bosque de paleras.

Laocoonte, desorientado

Si. estoy bien.

Ingeniero forestal observando el huerto.

¿ Ha sido un mal verano verdad?

Laocoonte.

Los sueños se han cumplido de forma cruel. hablaban de altas temperaturas, de un cambio climático, de sequía, de hambre y miseria, pero nadie me hizo caso. La cosecha a sido un desastre la peor que recuerde.

Laocoonte hablando para si, asustado.

La escuela taller llega al huerto, al bosque de paleras salvajes. un sueño me dijo que moría ese día. Me decía el sueño:

cuando la escuela taller llegue al huerto, serás asesinado por una sombra.

Esto que veo hoy lo he soñado. Ahora insinuará me dirá que quizás me expulsen.

Ingeniero forestal a los alumnos.

Recoger chicos, nos vamos a almorzar, las herramientas junto al muro.

dirigiéndose a Laocoonte.

Veras, tengo orden de limpiar todo esto. De momento te lo estoy respetando como ves.

¿ como te fue la reunión con la alcaldesa?

Laocoonte.

Escuchó y calló.

Ingeniero.

¿ No sabes nada?

Laocoonte.

Nada sé, todo lo sueño. Y lo que propuse no puede ser. No tengo gente para la cooperativa. Me han abandonado. Mucho calor. los elementos atmosféricos  han acabado con mi gente.

Ingeniero mirando a los alumnos que esperan sus ordenes.

Comprendo. Pronto tendré una reunión. De momento te respeto lo que plantas, pero…quizás…

Laocoonte deteniendo las palabras del ingeniero

Comprendo. No hace falta que sigas.

El ingeniero y los alumnos formando una fila se alejan.

Laocoonte se queda solo bajo la cueva mirando sus tierras que no son ya sus tierras.

Su pie siente un aligera sacudida de algo que se mueve bajo el suelo.

Va bajando poco a poco la mirada al suelo, cuando nota a su espalda una sombra que ha bajado de la cueva.

Y al girarse ve un rostro cubierto por una sabana negra,

del impacto muere Laocoonte.

Quitándose la sabana negra que cae a tierra la sombra de ese hombre vuelve a caminar subiendo a la cueva.

La sombra.

El derecho a soñar, dentro de un sueño de verano en la cueva de Laocoonte. Con sus inmensa paleras colgando a su entrada. Inmensos remos en los que sumergirse en una realidad pasajera. Casi preámbulo de la muerte al despertar.

Soñar, no más, y no pagar por ello.

Pero, y si algunos pagarán un tormento cuyo precio superara el de un reino por el derecho de soñar.

Soñar no más, en esos sueños libres y sin precio , como los versos de un  hada que evocan el plácido y feliz sueño de un día verano.

La sombra ríe cruel, las paleras gritan, los caballos de vall d´uixo relinchan y escapan de los establo desbocados

II.

La escena ocurre en la cueva de Laocoonte, con este muerto a sus pies, y la sombra que ha penetrado en ella busca olfateando al hada soy yo que ha dejado unos versos escritos en una copa de cristal escondida entra las zarza moras de la cueva.

 

Soñad, ¡qué soñar no cuesta nada!

Hadas buenas, 
haced que vuelvan
aquellas felices horas,
que vuelvan tal como eran,
en los días que fueron bellas,
cuando en las olas de la playa,
de mi mar siempre cantora
aún quedaban estrellas
y los sueños se adornaban
con mantos de caracolas.

Y ligera tras de ti,
seguiré siempre tu vuelo
cual princesa enamorada,
remontándome a ese cielo
donde viven las niñas que sueñan
que soñar no cuesta nada
y que vienen los sueños envueltos
en lindo papel de plata
y tierna y apasionada
esperaré tu amor con desvelo.

Sueña mi barca en tu marea,
aguarda sin partir y espera,
poder alcanzar la nave
y juntos seguir la estela
de los mundos que se abren
a las almas que los sueñan.

Y ya pronto saldrá el sol,
no hace frío,
tiembla entre suspiros el amor,
el invierno escondió sus nieves,
es cálida la madrugada, 
sudorosa del ardor
de los sueños en la cama.

Susúrros en un oído,
tiernos, amorosos, breves,
de la ternura que escarba
con sus temblorosos dedos
por los surcos encendidos
donde la pasión cabalga.

Y después volaré
satisfecha, enardecida,
henchida de amor, contenta,
dando gracias a la vida,
por concederme el placer
de poder soñar contigo.

Luego me esconderé,
en el forro del abrigo,
que cubre la desnudez
de tus sueños más cautivos,
los que guardas para mí,
esos que se que guardas
para vivirlos conmigo.

Y desde mi escondite, lucharé,
para seguir el camino
y no se pierdan los sueños
que sueño tener contigo.

Escena tercera.

La cueva retumba con unos gritos del hada soy yo que rompen la copa de cristal de Laocoonte.

El huerto se hunde y la cueva se derrumba.

La sombra va bajando hasta cubrir al hada y el cadáver.

Dafne y Atis.

Las paleras y el sueño salvaje de Laocconte.

El telón se cierra sobre el mundo.

Una dramatización  de Angelillo de Uixó y versos, sonad ! qué sonar no cuesta nada! de Mercedes Ibáñez Bou.