Era raro, muy raro, la estuve buscando como por dos horas; hasta que la encontré en un lugar con una vista increíble, me acerque y ahí estaba ella con los ojos llenos de lágrimas, le pregunte que le pasaba, y no respondió, solo me miro con esos hermosos ojos que tiene y nos abrazamos.
Me preguntó:
¿Por qué la vida es cruel?
Pero no le conteste, preferí guardar silencio mientras ese abrazo me llevaba a la eternidad.
¿Lo malo de todo esto? Es que desperté.
Y ya era tarde.
Ella tenía que irse a su casa.